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"En 500 años se negaron a ver nuestros rostros, ¿Porqué ahora quieren ver nuestras caras? - E Z L N"

1 de Enero de 2010 - XVI aniversario de la Guerra contra el olvido

DE LA POLÍTICA, SUS FINALES Y SUS PRINCIPIOS.

DE LA POLÍTICA, SUS FINALES Y SUS PRINCIPIOS.

Junio del 2007.
Morelia, Michoacán.

Los finales de la Política.

Quisiera iniciar lo que es propiamente nuestra participación en esta mesa redonda que, cuando menos en mi percepción, no sé en la de ustedes, rectangular, haciendo un poco de memoria.

Cuando, en los primeros días de enero de 1994, la subsecretaría de gobernación de Carlos Salinas de Gortari, la hoy prócer de la democracia perredista y de la CND lopezobradorista, Socorro Díaz, acuñó el término de “transgresores de la ley” para referirse a los combatientes del EZLN, no hizo sino honrar el despropósito que ilumina el horizontes de los zapatistas.

Sí, la trasgresión de la ley, primordialmente de la ley de gravedad, ha sido y es una de nuestras aspiraciones. Claro que, en el camino, nos hemos propuesto transgredir otras leyes, a veces con fortuna y otras veces nos estamos tardando todavía, pero falta lo que falta.

Pero en lo que se refiere a la trasgresión de las leyes, explícitas e implícitas, de la política mexicana, también es obra de esta etapa del capitalismo que se conoce como “globalización neoliberal”.

Quisiera extenderme un poco en esto, porque hablar de Ética en Política sería hablar de principios en la Política, y para transgredir ahora la lógica temporal, empezaré no por los principios, sino por los finales de la Política.

Así que aquí presento algunas tesis:

1.- En el capitalismo, la Política de arriba es fundamentalmente una lucha por ejercer la hegemonía en una sociedad, es decir, mandar. Y, con ese Poder, homogenizar esa sociedad, es decir, hacerla, igualarla, modelarla según el criterio del que manda, es decir, de quien es la fuerza hegemónica.

2.- En la política capitalista pre moderna, es decir, hasta antes de la etapa neoliberal, el Estado era como la “madre” del individuo y el “padre” era el Político. En el seno “materno” y con la vigilancia “paterna”, el individuo “nacía” socialmente y aprendía a relacionarse con esa sociedad… y a que se atenía si no lo hacía adecuadamente. Es decir, el individuo aprendía quién manda y como debía comportarse, y las consecuencias de ser desobediente y mal portado.

3.- Si en el capitalismo pre-neoliberal, nacías y luego subías o bajabas para ser víctima o verdugo, en la globalización neoliberal se pone un letrero arriba que dice “NO HAY VACANTES”. El Poder ha llegado a la etapa en que reproduce a los explotadores en el mismo DNA de la mega empresa. Se acabó lo de “estudia, trabaja, pórtate bien, traiciona personas y convicciones, y llegarás a rico”. O naces Slim, o naces explotado, despojado, despreciado y reprimido por Slim.

4.- Para el capitalismo, todas las personas son no-natas, es decir, no nacen, hasta que se incorporan a la lógica que es la hegemónica en esa sociedad: la lógica del mercado. No sé si todavía, pero antes, cuando yo era joven y esbelto, las señoritas “debutaban” en sociedad en los bailes de quinceañera. Con esta fiesta, la mujer se presentaba en el mercado de carne como apta para ser usada, no sólo en el sentido sexual, también para la procreación, el trabajo doméstico y la promoción de mercancías. Claro que, ahora, por acción de algunos gobernadores preciosos, curas, obispos, cardenales y empresarios, las niñas y niños no tienen que esperar a llegar a los 15 años para que sus cuerpos sean usados e intercambiados. En sentido más amplio, en el capitalismo, el “debut” de los individuos e individuas, su baile de quinceaños, es cuando acceden al mercado. Sea como vendedores de su fuerza de trabajo, sea como consumidores de mercancías. La culminación de esta iniciación es el debut en el mercado electoral: el individuo vuelve a “bailar” con su credencial de elector… aunque le toquen puros chambelanes feos y chafas (como Lázaro Cárdenas Batel).

5.- Esto quiere decir, entre otras cosas, que quienes no acceden al mercado o se resisten a hacerlo, o sea que no “debutan” en sociedad, son no-natos, no existen, sobran en la sociedad capitalista. Esto vale entonces para los indígenas, las mujeres rebeldes, los jóvenes y las jóvenas mal portados y mal portadas, y tod@s aquell@s que se resisten a esa lógica de mercado y buscan formas alternativas y autogestionarias, por ejemplo, en la comunicación, en el arte, en la cultura, en la economía.

6.- El trabajo del Político de Arriba era, pues, mantener funcionando la incubadora en la que era introducido el individuo desde que nacía. Una incubadora que es como las lavadoras ésas automáticas, que las programas y empiezan a lavar, enjuagar y secar en forma secuenciada. Para eso están la familia, la escuela, el trabajo, los medios de comunicación, los procesos electorales, la administración de justicia, la represión policíaca y militar, el gobierno. El sueño de cualquier firma fabricante de aparatos domésticos: una máquina que lava, enjuaga, seca, plancha, dobla y acomoda en el estantero social, en forma simultánea, en todas partes, todo el tiempo, desde antes de nacer y hasta después de muerto (es decir, desde los cursos y clínicas de parto profiláctico hasta las funerarias con indulgencias papales incluidas).

7.- En el mundo globalizado el Estado y los Políticos no pueden ya cumplir esta función. El individuo ya no tiene por qué referirse a una patria, una cultura, una raza o una lengua, el vientre materno es ahora esa megaesfera que algunos llaman todavía “planeta tierra”. El “ciudadano” ya no es producto de la labor de la política en el Estado Nación, ahora la “incubadora-lavadora-planchadora” es la megápolis, el mundo globalizado. Si antes los parámetros de “socialización”, es decir, de “domesticación”, o “ciudadanización” del individuo eran los de una Nación, ahora lo son los de la globalización neoliberal.

8.- Si el sistema capitalista se responde a sí mismo que su forma de coexistir con los otros en una sociedad es dominándolos, entonces, ante la existencia de lo que no entra en la lógica del mercado se pregunta: ¿cómo coexisto con los neo no-natos que la globalización ha hecho proliferar? La respuesta es con la caridad… y la eliminación.

9.- Esto era trabajo de los Políticos tradicionales. Es decir, mostrar el caos y el desorden que significa la presencia de quienes no tienen un papel en la sociedad, decir “mirad el desmadre”, mostrarse como referente sólido de orden y racionalidad, y proceder a eliminar lo otro, lo raro, lo inútil, lo extraño, lo estorboso, lo incómodo. Y así muestran al indígena, al diferente en su preferencia sexual, al joven insumiso, a la mujer rebelde.

10.- La política tradicional, es decir, como la conocíamos antaño, ya no sirve para mantener funcionando la sociedad, para la reproducción de los hombres y mujeres sociales (entendiendo “reproducción” en su sentido más amplio, es decir, las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales para su reproducción social), sino el administrador-contenedor de los desórdenes de esa reproducción. El megapoder, ese ente del que poco se sabe, lo que nosotros los zapatistas llamamos “La Sociedad del Poder”, ahora impone una reproducción más importante: la el dinero. Y es ésta la que provoca el caos y los desórdenes en la reproducción de las personas.

11.- Esto es evidente cuando vemos que los políticos tradicionales han sido desplazados por una generación de yuppies de la política (Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán es un ejemplo), sin ningún oficio político y ninguna capacidad de gobierno; pero se hace más claro cuando vemos que el protocolo tradicional de la política, esa compleja mezcla de señales y actitudes, lo que se dio en llamar “las leyes no escritas del sistema político mexicano”, no existe más.

12.- Estamos presenciando, y padeciendo, los últimos estertores de los últimos restos de la clase política mexicana. Tal vez desde antes, eso no nos interesa ahora, pero desde hace varias décadas, el viejo axioma del viejo Bismark de que “la política es el arte de lo posible” se ha ido transformando en algo más cercano a la realidad que padecemos actualmente: “la política es el arte de la simulación”. Las consecuencias de esta redefinición de la política no sólo tienen qué ver con el papel fundamental que asumen actualmente los medios masivos de comunicación en la política moderna. También con redefiniciones y reajustes que se han dado en la clase política mexicana, en su quehacer y en sus “usos y costumbres”.

13.- En términos estrictos, la política en México se ha convertido en el arte de la imagen pública, es decir, del planchado permanente, la alta costura, el salón de estética, los cursos de superación personal, y la asistencia asidua y puntual a la cita con el asesor de imagen y la casa de encuestas. La vileza, la ruindad, el cinismo, la hipocresía y la estupidez son las nuevas virtudes políticas. Las repúblicas languidecen bajo el peso de la monarquía de los medios, y la clase política disputa a locutores y comediantes el papel de bufones de la Corte.

14.- Pero la clase política mexicana no asiste sola a su propio entierro. De la mano lleva a algunos intelectuales progresistas en sus diversas facetas, sea como escritores, académicos, investigadores, artistas, analistas, profesores.

En esta etapa neoliberal, algunos intelectuales se convirtieron en las máquinas tragamonedas (una slot machine, dirían los gringos) del Poder: echas una moneda y sale una justificación. Si sale bingo, hasta puede que esa argumentación tenga una mínima coherencia.

La ilusión de que una izquierda que no lo es llegue al Poder y lo ejerza (Michoacán es un ejemplo actual), ha sumido a buena parte de la intelectualidad progresista en el sopor del opio acrítico. Con una profunda (y petulante) conciencia de su propia trascendencia histórica, el intelectual progresista valora ahora el avance democrático según su estabilidad económica y emocional: necesita ver un palacio de gobierno, un palacio del saber (una universidad), un centro comercial (es decir, un Palacio de Hierro), un palacio del transporte (un segundo piso), y un buen restaurante para sentarse a la mesa del Príncipe Idiota que es el político mexicano; para decir que hay estabilidad y paz en México. Claro, entendiendo”México” como lo que aparece en los medios de comunicación electrónicos, en la prensa y en las charlas de café sin cafeína.

Pero la ambición neoliberal provoca desastres y al Poder, al Político y al Intelectual le marean las desestabilizaciones. El frenesí moderno que lo aterra no es el de las velocidades de sus autos en los segundos pisos, sino el de las luchas sociales.

Los intelectuales se revuelven sobre un pasado muy lejano para reclamar respeto, consideración, lástima. La nostalgia se convierte en la coartada de quienes estuvieron en todo (aunque nunca dicen haciendo qué), y el quehacer intelectual semeja a las tardes bucólicas, donde la tristeza era bella porque era propia, como es propia la masturbación y el ir al baño.

Los intelectuales de la nueva farsa de clase política sostienen la tesis de la disuasión mutua entre las clases en pugna. Los de arriba hacen como que temen, los de abajo deben hacer como que creen que los de arriba les temen. Todos debemos hacer como que ya hay democracia, justicia y libertad. Y hacer como que hay gobierno.

Si antes para ser intelectual progresista había que ver decenas de veces el Acorazado Potemkin, hasta poder predecir una escena. Ahora hay que leer las obras completas de Felipe González y Fernando Savater, creer que Aguilar Camín es un escritor, que los gobiernos perredistas son progresistas, que Lázaro Cárdenas Batel es gobernador de Michoacán, que Julio Moguel tiene algo sustancial en el cerebro, y que Leonel Godoy es honesto.

Como allá arriba, las relaciones entre los hombres de éxito son de camaradería y, al ver hacia abajo, surgen la misericordia, la caridad, el amor benefactor, algo para ayudar en el destino de los perdedores, los intelectuales del Poder no son más que estilizados locutores del Teletón permanente de la historia actual de la política de arriba en México.

Éstos son, pues, los finales de la política en México, de la política tradicional, de la política de arriba llamada “Democracia Representativa”.

Donde debiera haber un compromiso y una convicción, hay una imagen maquillada por estrategias publicitarias.

Donde debiera haber programas de acción, hay negocios.

Donde debiera haber crítica, hay complacencia y pereza mental.

Donde debiera haber ética, hay desvergüenza.

Donde debiera haber principios, hay finales.



Los Principios de la (otra) Política.

La Ética, se nos ha dicho, tiene qué ver con principios universales, tales como la libertad, la justicia, la vida. Hay más, pero tan sólo estos tres que enuncié tienen que ver con la aparición del otro. Es decir, con una relación social humana. Parece claro también que estos principios universales han sido desterrados de la práctica política de arriba.

Dice Don Durito de La Lacandona, un escarabajo que optó por el noble oficio de la andante caballería, que los principios son las armas con las que se puede resistir y vencer a quienes han hecho de la maldad su modo de vida.

Ha dicho muchas cosas más este escarabajo irreverente, es cierto, pero ahora quisiera detenerme en esta afirmación y decir lo siguiente:

1.- La Globalización Neoliberal produce también un fenómeno de resistencia que, cada vez más y de forma más radical, incorpora a amplios sectores de la población.

2.- Esta resistencia no es sólo en los sectores tradicionalmente explotados. Ahora parecen nuevos “actores” diciendo “no” y con más radicalismo que antes.

Aparecen, por ejemplo, grupos desconcertantes: por un lado, indígenas que hablan lenguas incomprensibles (es decir, inservibles para intercambiar mercancías); por el otro lado, jóvenes desempleados movilizándose en contra del gobierno y exigiendo respeto a su modo; o más allá, homosexuales, lesbianas y transexuales demandando reconocimiento a su diferencia; y, más acá, mujeres que se niegan a repetir los patrones de sumisión, consumo y reproducción.

3.- Estos fenómenos de resistencia tienden a buscar comunicación con fenómenos parecidos en otras partes de su realidad inmediata. Iniciativas como La Otra Campaña son lugares de encuentro para quienes que no intercambian mercancías y capitales, sino algo muy peligroso: experiencias, apoyos mutuos, HISTORIAS.

4.- La lucha contra la Globalización Neoliberal no es exclusiva de un pensamiento o de una bandera política o de un territorio geográfico, es una cuestión de supervivencia de la raza humana. O la humanidad o el neoliberalismo. Así como en determinados momentos de la historia de la humanidad, multitud de fuerzas resistieron y lucharon contra el mal, ahora son muchas las fuerzas que resisten y luchan contra el neoliberalismo.

Hablo de lo que hemos visto y escuchado no sólo en nuestro moreno corazón, también en nuestro periplo por los rincones del México de Abajo.

Y tenemos la certeza de que no perdimos nosotros, los que abajo somos lo que somos; y de que no ganaron ellos, los que son encima nuestro. La historia de abajo, no la de héroes, líderes y políticos saltimbanquis, la que hacemos hombres y mujeres, tiene aún mucho que andar y mucho falta por rodar a la vieja rueda de la rebelión.

No sólo hay dolores y penas en nuestro horizonte. Hay también colores por descubrir y mundos por hacer.

Y hay que nombrar al otro, a la otra, para que se tiendan los puentes que abajo son túneles y pasadizos en el tiempo de otro calendario y en el mapa de otra geografía.

Busquemos en cualquier rincón del planeta y encontrémonos, de igual a igual, sin arriba ni abajo, sin mando ni obediencia, con las mujeres desafiando al destino de decoración utilitaria; con los jóvenes resistiendo el conformismo y la resignación; con los otros amores que reclaman contra la anormalidad con la que se les cataloga y clasifica; con los obreros y campesinos resistiendo a las 4 ruedas de dientes afilados del capitalismo, y con los indígenas que guardianes son de la tierra, la madre, la vida.

Busquemos el espejo abajo, no para lamentar el dolor que sabemos extendido y hondo, sino para romperlo y para ir al mañana que necesitamos y merecemos. No nos traicionemos fingiendo sapiencia donde hay cinismo y desgano.

Eliminemos de nuestro vocabulario las palabras “rendición” y “resignación”. Y levantemos el “nosotros” que ahora está fragmentado, pero que será mañana de la única forma que puede ser, es decir, en colectivo, abajo y a la iquierda.

Lograremos entonces que la manzana de Newton se sume a nuestra rebeldía y no siga su viaje, hasta entonces irresistible, hacia el suelo. Y quede entonces suspendida en el aire hasta que una niña, un niño, la tome del aire y, con cuidado, le saque las semillas para sembrarlas en ese mundo que existe ya porque nos atrevimos a soñarlo, es decir, a luchar por él.

Muchas gracias.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Junio del 2007.

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