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1 de Enero de 2010 - XVI aniversario de la Guerra contra el olvido

Pentágono: CSG y Zedillo avalaron en Chiapas a paramilitares



CSG y Zedillo autorizaron apoyo a paramilitares en Chiapas, dice EU


Informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa menciona la participación del Ejército

Estos grupos armados eran supervisados por la inteligencia militar mexicana durante las fechas en que se perpetró la matanza de Acteal

  • El Archivo Nacional de Seguridad presentó los documentos
David Brooks - Corresponsal

Nueva York, 20 de agosto. La Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos informó sobre el "apoyo directo" del Ejército Mexicano a paramilitares en Chiapas, que se brindaba desde mediados de 1994, con autorización del entonces presidente Carlos Salinas, como parte de la estrategia contrainsurgente contra las bases zapatistas, y señala que estas agrupaciones armadas estaban bajo la supervisión de la inteligencia militar mexicana durante las fechas en que se perpetró la matanza en Acteal, ya con Ernesto Zedillo como titular del Ejecutivo. Lo anterior está plasmado en documentos oficiales estadunidenses recién desclasificados y presentados hoy por la organización denominada National Security Archive (Archivo Nacional de Seguridad).

Un cable enviado por la agregaduría de Defensa de Estados Unidos en México a la jefatura de la Agencia de Inteligencia de Defensa, (DIA, por sus siglas en inglés), instancia del Pentágono, fechado el 4 de mayo de 1999, informa que "para mediados de 1994, el Ejército Mexicano contaba con autorización presidencial para instituir equipos militares encargados de promover grupos armados en las áreas conflictivas de Chiapas. El intento fue asistir a personal indígena local en resistir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Además, durante la masacre de Acteal de 1997, oficiales de inteligencia del Ejército estaban involucrados en supervisar a los grupos armados en los Altos de Chiapas".


Al describir el "apoyo directo" del Ejército Mexicano a grupos indígenas armados en la zona de Chiapas donde se ubica Acteal, el cable informa sobre una red clandestina de "equipos de inteligencia humana" (agentes de inteligencia) formados por el Ejército a mediados de 1994, con la autorización del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Estos equipos tenían la tarea de infiltrar comunidades indígenas para lograr obtener información sobre "simpatizantes" zapatistas.

Fueron estos equipos, agrega, quienes promovieron grupos armados antizapatistas –esto es, paramilitares–, otorgando tanto "capacitación" como protección frente a las autoridades de seguridad pública y unidades castrenses en la región. El cable informa que estas actividades ya se realizaban desde diciembre de 1997, cuando ocurrió la matanza de Acteal.

"Lo más importante sobre los documentos de la DIA es que contradicen directamente la historia oficial sobre la matanza relatada por el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo", afirma Kate Doyle, directora del Proyecto México del National Security Archive, en su presentación de los documentos que su organización obtuvo bajo las leyes de libertad de información y difundidos en su sitio de Internet. Doyle recuerda que el informe del procurador general de la República, Jorge Madrazo, en 1998, afirmaba que la PGR había documentado la existencia de grupos civiles armados en Chenalhó, "no organizados, articulados, entrenados ni financiados por el Ejército Mexicano ni por otras instancias gubernamentales, sino que su gestación y organización responde a una lógica interna determinada por la confrontación entre las comunidades y dentro de las comunidades, con las bases de apoyo zapatista".

El cable de la DIA también ofrece detalles nunca antes conocidos sobre el funcionamiento de los equipos de "inteligencia humana" del Ejército Mexicano en otorgar este apoyo. El cable describe que estos equipos eran compuestos "primordialmente por oficiales jóvenes con rango de capitán segundo y primero, así como por algunos sargentos selectos que hablaban los dialectos de la región".

El informe enviado a la sede de la DIA agrega que los equipos de inteligencia humana "estaban compuestos por entre tres y cuatro personas, a quienes se les asignaba cubrir comunidades por un periodo de tres o cuatro meses. Después de tres meses, los oficiales pertenecientes a los equipos eran rotados a una comunidad diferente en Chiapas. La preocupación por la seguridad de los equipos era la razón más importante para la rotación de éstos cada tres meses".

Para Doyle, estos documentos llevan a la conclusión de que la lógica de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) era “una estrategia de contrainsurgencia cuidadosamente planeada que combinó programas de acción cívica –frecuentemente anunciados por la Secretaría de Defensa en declaraciones a la prensa– con operaciones de inteligencia secreta diseñadas para fortalecer a los paramilitares y provocar el conflicto en contra de los partidarios del EZLN”.

Doyle critica la falta de acceso y disposición del gobierno mexicano a toda la documentación sobre Acteal. "Hasta que la administración actual decida honrar su obligación de informar a sus ciudadanos sobre la verdad de la masacre de 1997, el clamor del pueblo por los hechos permanecerá perdido en los archivos improcedentes. Y a nosotros sólo nos queda recurrir a Estados Unidos en busca de información sobre el Ejército Mexicano y Acteal".

Despliegue de tropas

En el segundo de los dos documentos desclasificados y presentados por el National Security Archive, se trasmite información sobre el despliegue de 5 mil elementos de tropa por parte del gobierno de Zedillo –para reforzar a los 30 mil desplegados permanentemente en Chiapas, o lo que es llamada "zona de conflicto"– inmediatamente después de la masacre de 45 indígenas tzotziles en Acteal, el 22 de diciembre de 1997.

Citando a "fuentes abiertas", esto es, a medios de comunicación, como también secretas, la oficina del agregado de Defensa de Estados Unidos en México informa a la DIA en el cable fechado 31 diciembre de 1997, que unas 2 mil tropas, más otras fuerzas, fueron desplegadas en la zona de Chenalhó para ofrecer "ley y orden" en la región, así como también "tareas sociales" a comunidades indígenas, en particular a las comunidades desplazadas por el grupo MIRA. Indica que integrantes de esa agrupación paramilitar han gobernado la zona por "amenazas y violencia en la región de Chenalhó". A la vez, se informa que otras unidades fueron "puestas en alerta para asistir en el evento de una sublevación".

Entre las "fuentes abiertas" citadas por el documento, incluidas algunas publicaciones, se menciona a La Jornada, a la cual se refiere como "un periódico considerado como bien escrito, inclinado hacia la izquierda, con buena cobertura noticiosa".

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Revelaciones de Washington sobre el papel del Ejército en Acteal

Hermann Bellinghausen

Tarde o temprano, los archivos hablan. Escamoteados, mutilados, editados, se presume que controlados, llega el día que se fisuran y pueden despertar crímenes políticos del pasado. Ahora lo vemos con uno de los más dolorosos en tiempos recientes: la masacre de Acteal. A dos semanas del controvertido dictamen de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que liberó a 20 paramilitares y repuso el proceso a otros más, incluyendo a asesinos confesos, el asunto toma derroteros inesperados.

Se desarrolla un escenario político que no fue considerado por los desenterradores mediáticos y jurídicos de Acteal. Mientras éstos desdeñan sistemáticamente en prensa, radio y televisión la mera posibilidad de responsabilidad oficial y de las fuerzas armadas, sin argumentos y de un manotazo, aparecen reportes en Estados Unidos que abren la ventana documental que confirmaría lo que se registró en La Jornada entre 1997 y 1998, sobre la participación militar y policiaca, con base en un plan contrainsurgente para combatir a las comunidades zapatistas de Chiapas.

Ello, justo ahora que hasta el PRI se desmarca de las acciones del gobierno de Ernesto Zedillo en aquel entonces, y hasta sugiere que debería ser investigado. Eso parece que bastará para impedir que Emilio Chuayffet (secretario de Gobernación cuando ocurrió la masacre) se convierta en su líder en la nueva Cámara de Diputados. Hay indicios de que el salinismo resucitado no quiere cargar los muertos del zedillato, aunque Chuayffet sea carta de Enrique Peña Nieto, por aquello de la familia mexiquense.

La investigadora Kate Doyle, directora del Proyecto México en el Archivo de Seguridad Nacional, en Washington, reveló documentos desclasificados de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) de Estados Unidos que describen el papel del Ejército federal "en el apoyo a los grupos paramilitares en Chiapas en el momento de los asesinatos". Los cables secretos "confirman los reportes sobre el apoyo militar a los grupos indígenas armados que llevaron a cabo ataques contra comunidades prozapatistas". También reviven un asunto "latente", dice Doyle: "¿Cuándo dirá la Sedena la verdad sobre su papel en Acteal?" (The National Security Archive, 20 de agosto).

Doyle señala que los documentos "contradicen la historia oficial sobre la masacre", elaborada por el gobierno de Zedillo, que la reducía a un problema local, intercomunitario. En un telegrama a la DIA en Washington, el 4 de mayo de 1999, la oficina del agregado de Defensa de Estados Unidos en México señaló “el ‘apoyo directo’ del Ejército a grupos armados en las áreas montañosas de Chiapas, donde tuvieron lugar las matanzas”. El documento describe “una red clandestina de ‘equipos humanos de inteligencia’ (Humint), creados a mediados de 1994 con la aprobación del entonces presidente Carlos Salinas, que trabajaban en las comunidades indígenas para recabar información de inteligencia de los ‘simpatizantes’ zapatistas”. Para promover grupos armados antizapatistas, los Humint daban "entrenamiento y protección contra los arrestos por parte de las agencias del cumplimiento de la ley y unidades militares que patrullan la región".

La investigadora precisa: "Aunque el cable fue escrito en 1999, el agregado estadunidense tuvo cuidado en señalar que oficiales de inteligencia del Ejército federal estaban supervisando a los grupos armados en diciembre de 1997". El documento ofrece detalles "nunca antes mencionados" en las versiones oficiales. Los "equipos de inteligencia humana", explicaba el agregado militar, "estaban compuestos por oficiales jóvenes con rango de capitán", y algunos sargentos "que hablaban los dialectos de la región". Estos Humint, integrados con tres o cuatro personas, eran asignados a "comunidades selectas" por tres o cuatro meses y luego "rotados a una comunidad diferente".

Y no sólo. Ya en otro informe de la misma oficina militar de la embajada estadunidense en México, enviado el 31 de diciembre de 1997, se describía el despliegue de tropas federales en "las zonas de conflicto" de Chiapas. Citando fuentes secretas y abiertas, el documento indica que el presidente Zedillo envió miles de efectivos más a la región después de la masacre de 45 indígenas el 22 de diciembre de ese año. Las nuevas unidades estaban "en alerta para participar en caso de un posible levantamiento". (Informe a la DIA, divulgado por el Archivo de Seguridad Nacional bajo un requerimiento amparado en el Acta de Libertad de Información, FOIA, y difundido en Washington en febrero de 2008).

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Imágenes de Acteal: funcionarios públicos estatales implicados

Al entonces gobernador Julio César Ruiz Ferro, se le atribuye la frase "déjalos que se maten", cuando el entonces alcalde de Chenalhó, Jacinto Arias Cruz, le notificó de una serie de incidentes violentos que estaban protagonizando zapatistas y priístas de varias comunidades. Ruiz Ferro renunció al cargo a mediados de enero de 1998.


En la imagen se ve a Ruiz Ferro acompañado de uno de los líderes de "Paz y Justicia", en enero de 1997 en la cabecera municipal de Tila. Paz y Justcia era otro grupo paramilitar que se creó para contrarrestar el avance del zapatismo en la zona norte de Chiapas.


Homero Tovilla Cristiani, era el secretario de Gobierno cuando fue la masacre. En su papel de responsable de la política interior del estado fue un gris y mediocre funcionario que estuvo al tanto de los incidentes previos a la masacre y no hizo nada para evitar lo que terminó en una tragedia.


Uriel Jarquín Galvez, era el subsecretario general de Gobierno de Chiapas, más hábil que Tovilla Cristiani. Con un pasado de militancia en las filas de izquierda, Uriel era un operador político astuto, muy hábil. Era el que, ante la grisura de su jefe inmediato, daba la cara, negociaba, amenazaba, reprimía, ordenaba. Enterado también que lo que en Acteal se generaba nada hizo también. la última vez que se supo de él, era asesor d ela bancada perredista en el Congreso de Michoacán.


Jorge Gamboa Solís, era un general retirado responsable de la Coordinación Estatal de Seguridad Pública. Más enterado que nadie estaba de los grupos civiles armados que operaron en la región de Chenalhó. Tras los hechos desapareció del mapa político de Chiapas y hoy es uno de los prófugos de la justicia federal.


El general retirado Julio César Santiago Díaz, era el jefe policiaco con más alto rango que estuvo más cerca de la balacera -a no más de un kilómetro-. Escuchó los disparos y nada hizo para evitar la matanza o bien pedir refuerzos para perseguir al grupo armado que ejecutó a los indígenas. Estuvo preso unos años, pero fue liberado después ya muy enfermo.


Jorge Enrique Hernández Aguilar, era el asesor de la coordinación general de seguridad pública, fue uno de los primeros en llegar al lugar de los hechos. A él se le atribuye haber alterado la escena del crimen. Dándo órdenes para que se recogieran los cuerpos, gritaba: "rápido antes de que venga la prensa". Con un pasado de luchador social a éste personaje se le liga a otros casos de tortura y ejecuciones extrajudiciales. Esta libre, da clases en una escuela privada, escribe en un diario de Chiapas y ésta semana incursionó en la radio.

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Acteal: Militares implicados...

Tras la masacre de Acteal, al único grupo que nunca se pudo tocar fue a los militares. El general Mario Renán Castillo Fernández, era el comandante dela VII Región militar en Chiapas. Experto en estrategia de contrainsurgencia. Este jefe castrense llegó a Chiapas en 1994 para planear y encabezar la embestida contra el EZLN. Junto a él, otros militares fueron sindicados pero nunca llamados a declarar. Uno de estos militares que señalaron policías estatales, era el oficial del Ejército Mexicano de nombre Germán Laparra Salgado, responsable de la Base de Operaciones Mixtas (BOM) que se encontraba asentada en lo localidad de Chenalhó.

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Carta Abierta-Fuimos golpeadas


LIC. JUAN SABINES GUERRERO
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DE CHIAPAS.
A LA COMISION ESTATAL DE DERECHOS HUMANOS
A LA COMISION DE DERECHOS HUMANOS FRAY BARTOLOME DE LAS C.
A LA OPINION PÚBLICA.
A LOS MEDIOS DE COMUNICACION.



Salto de Agua, Chiapas; a 6 de agosto del 2009.


El día de hoy 6 de agosto, las mujeres de la Colonia Fray Bartolomé de las Casas del pueblo de Salto de Agua; fuimos agredidas con lujo de violencia por la policia municipal en las instalaciones de la presidencia, cuando de manera pacífica nos disponiamos ir al despacho del Presidente municipal Lic. Manuel Sánchez Guzman con el propósito de entablar un diálogo para que se resuelva el problema de escases del agua entubada, que desde hace varios meses no contamos con éste vital líquido en nuestra colonia.

En repetidas ocasiones, hemos externado al ayuntamiento que es importante atender ésta demanda tan sentida de la gente para evitar mayor sufrimiento y el riesgo de enfermarse de la multicitada influenza H1N1, sin embargo nos hemos encontrado con la cerrazón y la poca sensibilidad humana de las autoridades municipales encabezado por el perredista Manuel Sánchez Guzmán. Lejos de resolver nuestra justa petición como el derecho de tener agua, nos golpean y nos reciben con gases lacrimógenos.

Ante ésta situación de violencia hacia nosotras las mujeres pobres y marginadas que reclamamos un mejor servicio y una vida digna, pedimos:


· Solución urgente al problema de agua entubada.

· Castigo y destitución inmediata de los policias golpeadores de mujeres, encabezados por el llamado "don Moisés".

· Exigimos atención médica a las mujeres intoxicadas por los gases lacrimógenos.

· Pedimos un trato respetuoso de parte de las autoridades y un alto a la agresión que caracteriza el modo de gobernar del presidente en turno Manuel Sánchez guzmán.

· Exigimos el respeto a nuestros derechos humanos


ATENTAMENTE:
LAS MUJERES Y COLONOS DE LA COLONIA FRAY BARTOLOMÉ, SALTO DE AGUA, CHIAPAS.


RESPONSABLE DE LA PUBLICACION: CAROLINA PEREZ CRUZ

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