El 17 de noviembre del año de 1983, hace 25 años, se fundó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y como EZLN empezaron a caminar las montañas del sureste mexicano, cargando una pequeña bandera de fondo negro con una estrella roja de cinco puntas y las letras “EZLN”, también en rojo, al pie de la estrella. Aquella bandera ahora lleno de remiendos y maltratada, todavía ondea airosa en la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, allá en medio de las montañas y bajo las nubes que cubren las montañas del sureste mexicano.
“Nosotros somos los zapatistas, los más pequeños, los que se cubren el rostro para ser mirados, los muertos para vivir”. EZLN, 2003.
Son ya 25 años de la fundación el EZLN en algún lugar de la Selva Lacandona y ya va para 15 años en que le declararon la guerra al mal gobierno el 1 de Enero de 1994, pero esa será otra la ocasión en que hablaremos de ello.
Hace ya 25 años que cientos de pueblos, cientos de miles de indígenas se unieron al EZLN. Los primeros 10 años fueron de clandestinidad, haciendo un trabajo político persona por persona, familia por familia, comunidad por comunidad hasta llegar a todas las regiones de la Selva Lacandona.
25 años en que la esperanza en los pueblos indígenas de México sigue caminando en cada uno de los rincones de las montañas. Una historia que seguirá escribiéndose día a día.
No hay mejor historia que la contada por los propios autores, es por eso que les comparto la historia del EZLN contada por el Subcomandante Marcos en el marco de la campaña 20 y 10 El fuego y la palabra en noviembre de 2003:
“Las palabras que ahora escribo y digo van dirigidas a todas esas personas que, sin formar filas en el EZLN, comparten, viven y luchan con nosotros una idea: la construcción de un mundo donde quepan todos los mundos. Esto pudiera también enunciarse diciendo que queremos un cumpleaños donde quepan todos los cumpleaños.
Así que empecemos la fiesta como de por sí se empezaban las fiestas de cumpleaños en las montañas del sureste mexicano hace 20 años, es decir, contando historias.
Según nuestro calendario, la historia del EZLN, previa al inicio de la guerra, tuvo 7 etapas.
La primera de ellas es cuando se seleccionó a quienes formarían parte del EZLN. Esto fue alrededor de 1982. Se organizaban prácticas de uno o dos meses en la selva, y en ellas se evaluaba el desempeño de los asistentes para ver quién podía “dar el ancho”. La segunda etapa es la que llamamos de “implantación”, es decir, la fundación propiamente dicha del EZLN.
Hoy es 10 de noviembre del año 2003.
Pido se nos permita imaginar que un día como hoy, pero hace 20 años, en 1983, un grupo de personas preparaba en alguna casa de seguridad los implementos que habría de llevar a las montañas del sureste mexicano. Tal vez, hace 20 años, el día transcurría checando la impedimenta, recabando informes sobre los caminos, las rutas alternativas, los tiempos; detallando itinerarios, órdenes, dispositivos. Hace 20 años, tal vez a esta hora, estarían abordando un vehículo e iniciarían el viaje hacia Chiapas. Si pudiéramos estar ahí, tal vez les preguntaríamos a esas personas qué es lo que iban a hacer. Y seguro nos hubieran respondido: “fundar el Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Habían esperado 15 años para decir esas palabras.
Supongamos entonces que inician su viaje el 10 de noviembre de 1983. Unos días después llegan al final de un camino de terracería, bajan sus cosas, despiden al chofer con un “hasta luego” y, después de acomodar sus mochilas, inician el ascenso de una de las sierras que atraviesan, inclinadas al occidente, la Selva Lacandona. Muchas horas después de caminar, con unos 25 kilos de peso en su espalda, montan su primer campamento, ya sierra adentro. Sí, es posible que ese día hiciera frío y hasta lloviera.
Hoy, hace 20 años, la noche se ha adelantado debajo de los grandes árboles y, ayudados por lámparas de mano, estos hombres y mujeres ponen techo de plástico con un cordón como travesaño, amarran sus hamacas, buscan leña seca y, prendiéndole fuego a una bolsita de plástico, encienden la hoguera. A su luz, el mando escribe en su diario de campaña algo así como: “17 de noviembre de 1983. Tantos metros sobre el nivel del mar. Lluvioso. Montamos campamento. Sin novedad”. En la parte superior izquierda de la hoja en la que se escribe, aparece el nombre que le han puesto a esa primera estación de un viaje que todos saben muy largo. No ha habido ninguna ceremonia especial, pero ese día y a esa hora se ha fundado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Seguramente alguien propuso entonces un nombre para ese campamento, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que ese grupo estaba formado por 6 personas. Los primeros 6 insurgentes, cinco hombres y una mujer. De esos 6, tres eran mestizos y tres indígenas. La proporción de 50% mestizos y 50% indígenas no ha vuelto a repetirse en los 20 años del EZLN, tampoco la proporción de mujeres (menos del 20% en esos primeros días). Actualmente, veinte años después de aquel 17 de noviembre, el porcentaje debe andar por un 98,9% de indígenas y un 1% de mestizos. La proporción de mujeres anda ya cerca del 45%.
¿Cómo se llamó ese primer campamento del EZLN? Al respecto no se ponen de acuerdo aquellos primeros 6 insurgentes. Según aprendí después, los nombres de los campamentos se elegían sin ninguna lógica, y, de manera natural y sin afectaciones, se evitaban los normes apocalípticos o proféticos. Ninguno de ellos se llamó, por ejemplo, “Primero de enero de 1994”.
Según cuentan aquellos primeros 6, un día mandaron a un insurgente a explorar un sitio para ver si tenía condiciones para acampar. El insurgente regresó diciendo que el lugar “era un sueño”. Los compañeros marcharon hacia ese rumbo y al llegar se encontraron con un pantano. Le dijeron entonces al compañero “Esto no es ensueño, es una pesadilla”. Ergo, el campamento se llamó entonces “La Pesadilla”. Debe haber sido en los primeros meses de 1984. El nombre de ese insurgente era Pedro. Después sería subteniente, teniente, capitán segundo, capitán primero y Subcomandante. Con ese grado y siendo Jefe del Estado Mayor zapatista, diez años después, cayó en combate el primero de enero de 1994, en la toma de Las Margaritas, Chiapas, México.
La tercera etapa, siempre previa al alzamiento, es cuando nos dedicamos a las tareas de supervivencia, es decir, a cazar, a pescar, y a recolectar frutos y plantas silvestres. En este tiempo nos aplicamos al conocimiento del terreno, es decir, orientación, caminata, topografía. Y en esta época estudiamos estrategias y táctica militar en los manuales del ejército norteamericano y del federal mexicano, y el uso y cuidado de diversas armas de fuego, además de las llamadas “artes marciales”. También estudiábamos historia de México y, por cierto, llevábamos una vida cultural muy intensa.
Yo llego a la Selva Lacandona en esta tercera etapa, en 1984. Por ahí de agosto-septiembre de ese año, unos 9 meses después de que llegara el primer grupo. Mi llegada fue con dos compañeros más: una compañera indígena chol y un compañero indígena tzotzil. Si mal no recuerdo, a mi llegada el EZLN tenía 7 elementos de base y dos más que “subían” y “bajaban” a la ciudad con correos y por abastecimiento. El cruce por los pueblos se hacia de noche y disfrazados de ingenieros.
Los campamentos de aquella época eran relativamente sencillos: tenían un área de intendencia o la cocina, los dormitorios, el área de ejercicio, la posta, el área de 25 y 50, y los campos de fuego para la defensa. Tal vez alguno de los que me escucha se pregunte qué rayos es el “área de 25 y 50”. Bueno, resulta que para hacer las necesidades que llaman “primarias”, había que alejarse a cierta distancia del campamento. Para ir a orinar había que retirarse 25 metros; para defecar eran 50 metros, además de hacer un hoyo con el machete y luego tapar el “producto”. Claro que esas disposiciones eran cuando nosotros éramos, como quien dice, un puñado de hombres y mujeres, es decir, no pasábamos de 10. Tiempo después, construíamos letrinas en zonas más alejadas, pero los términos “25” y “50” se quedaron.
Había un campamento que se llamaba “El Fogón”, porque ahí fue la primera vez que construimos uno. Antes de eso, el fuego se hacia a ras del suelo y las ollas (dos: una para el frijol y otra para el animal que cazáramos o pescáramos) colgaban de un travesaño amarrado con bejucos. Pero luego ya éramos más y entonces entramos a “la era del fogón”. En ese entonces la plantilla del EZLN era de 12 combatientes.
Tiempo después, en un campamento llamado “Reclutas” (porque ahí es donde se entrenaban los nuevos combatientes), entramos a “la era de la rueda”. Y es que labramos, con el machete, una rueda de madera e hicimos una carretilla para cargar piedra para las trincheras. Deben de haber sido los tiempos, porque la rueda era bastante cuadrada y terminamos cargando la piedra en el lomo.
Otro campamento se llamó “Baby Doc”, en honor de quien azoló, con el beneplácito de los Estados Unidos, las tierras haitianas. Resulta que, con una columna de reclutas, nos estábamos moviendo para acampar cerca de un pueblo. En el camino topamos una paira de jabalíes, o sea un chingo de puercos salvajes. La columna guerrillera se desplegó con disciplina y habilidad, es decir que el que iba de vanguardia grito “puercos” y, con el pánico como motor y combustible, se subió a un árbol con una habilidad que no le volvimos a ver. Otros corrieron con valentía… pero hacía el lado contrario de donde estaba el enemigo, o sea los jabalíes. Algunos tomaron puntería y dieron cuenta de dos cerdos salvajes. En la retirada enemiga, o sea cuando los puercos se fueron, quedó abandonado un cerdito, de apenas el tamaño de un gato casero. Lo adoptamos y le pusimos por nombre “Baby Doc” porque en esas fechas Papá Doc Duvalier moría y le heredaba la carnicería a su vástago. Acampamos ahí para aliñar las piezas y comer. El puerquito se encariñó con nosotros, creo que por el olor.
Otro campamento de aquellos años se llamó “De la Juventud”, porque ahí se formó el primer grupo de jóvenes insurgentes , que se llamó “Jóvenes Rebeldes del Sur”. Una vez por semana los jóvenes insurgentes se reunían para cantar, bailar, leer, hacer deportes y concursos.
El 17 de noviembre de 1984, hace 19 años fue la primera vez que celebramos el aniversario del EZLN. Éramos 9. Creo que fue un campamento que se llamó “Margaret Thatcher” porque habíamos agarrado una changuita que, se los juro, era el clon de la “Dama de Hierro”.
Un año después, en 1985, lo celebramos en un campamento llamado “Watapil”, porque así se llama una planta con cuyas hojas hicimos un cobertizo para los alimentos.
Yo era capitán segundo, estábamos en la llamada “Sierra del Almendro” y la columna madre había quedado en otra serranía. Tenía bajo mi mando 3 insurgentes. Si las matemáticas no me fallan, éramos 4 en ese campamento. Celebramos con tostadas, café, pinole con azúcar y una cójola que matamos en la mañana. Hubo canciones y poesías. Uno cantaba o declamaba y los otros tres aplaudían con un aburrimiento digno de mejor causa. En mi turno, con un discurso solemne les dije, sin más argumentos que los mosquitos y la soledad que nos envolvía, que un día seríamos miles y que nuestra palabra le daría la vuelta al mundo. Los otros tres estuvieron de acuerdo en que probablemente la tostada estaba hongueada, que seguramente me había hecho daño y que por eso deliraba. Recuerdo que llovió esa noche.
En la que llamamos la cuarta etapa, se hicieron los primeros contactos con los pueblos de la zona. Primero se hablaba con uno y ése uno hablaba con su familia. De la familia se pasaba al poblado. Del pablado a la región. Así poco a poco, nuestra presencia se convirtió en un secreto a voces y en una conspiración masiva. En esta etapa, que corre paralela en tiempo a la tercera, el EZLN ya no era lo que habíamos pensado cuando llegamos. Para entonces ya habíamos sido derrotados por las comunidades indígenas y, producto de esa derrota, el EZLN empezó a crecer geométricamente y hacerse “muy otro”, o sea que la rueda siguió abollándose hasta que, al fin, fue redonda y pudo hacer lo que debe hacer una rueda, es decir, rodar.
La quita etapa es la del crecimiento explosivo del EZLN. Debido a las condiciones políticas y sociales, crecimos más allá de la Selva Lacandona y llegamos a Los Altos y al norte de Chiapas. La sexta es la de la votación de la guerra y los preparativos, incluida la llamada “Batalla de la Corralchén”, en mayo de 1993, cuando tuvimos los primeros combates con el ejército federal...” Subcomandante Marcos, 10 de noviembre de 2004. Campaña 20 y 10.
Ya son 25 años y los que faltan… y en las montañas del sureste mexicano bailan al ritmo de “Hoy es 17 de noviembre, venimos a celebrar…”
Desde alguna madrugada del otro ka’an ku’un
Balam
2 comentarios:
MMMMMMMMMM.
MUY INTERESANTE PERO KE PASO ANTES DE PARTIR A LA SELVA... QUIERO DECIR QUJE HACIAN LOS MIEMBROS DEL EZ EN LA CIUDAD A KE ORGANIZACION PERTENECIAN COMO MILITABAN...
GRACIAS
RADIOBRIGADA POPULAR.BLOGSPOT.COM
Compa, la historia misma de antes y después lo han contado ellos mismos, el movimiento incia con el nombre de FLN en Monterrey. Y desde ahi comienza la historia... Le recomiendo el libro 20 y 10: El fuego y la palabra de Gloria Muñóz Ramírez donde hace un recuento de los primeros 20 años del EZ y los 10 de la declaración de la guerra al Gobierno Mexicano. Saludos
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