Mural en Oventik
"En 500 años se negaron a ver nuestros rostros, ¿Porqué ahora quieren ver nuestras caras? - E Z L N"

1 de Enero de 2010 - XVI aniversario de la Guerra contra el olvido

Noviembre se viste de los recuerdos


Bajo estos cielos se comienzan a sentir los vientos fríos del invierno. Es madrugada y ya es noviembre.

Noviembre se viste de recuerdos de nuestros muert@s, y el primero en saltar a mi memoria es Gil, mi hermano, nuestro hermano. También se asoma nuestro abuelo Gabriel y – acá estoy también – dice Miguel, también nuestro abuelo.

A ellos tres les dirigiría estas palabras:

Hermano y Abuelos:

Les escribo estas letras a muchos años de distancia, no sé cómo se mida el tiempo entre la vida allá en la muerte y la vida de acá lleno del recuerdo de ustedes. Ya es noviembre y el recuerdo de ustedes ha saltado en mi memoria como si fuera un presente vivo con ustedes.

Recuerdo de niño y no ha mucho tiempo atrás que era una alegría sentir acercarse el mes de noviembre para hacer el altar para honrar la memoria de ustedes.

Gil, recuerdo que abuelo Gabriel se preparaba con días de anticipación, reuniendo todo lo necesario para hacer el altar, yo sé que si lo recuerdas, porque en esas tierras naciste, así como nosotros. Discúlpame Gil, porque en mis recuerdos saltan todos ustedes y un líquido cristalino cubren mis ojos en señal de que están vivos en nuestros corazones.

Si, recuerdo que muy temprano hermano Moncho y yo acompañábamos a abuelo a llevarte las naranjas, el dulce de calabaza que preparaba mamá para ti, las palmitas para adornar la tumba donde te recordamos. Recuerdo partir en cuatro pedazos las naranjas y las mandarinas que te llevábamos, y todas las velitas prendidas alrededor tuyo para que tú rostro y nuestros rostros se iluminarán. Las flores de Cempasúchil, de color amarillo como el sol, te lo llevábamos para que pudieras encontrar el camino a casa para disfrutar todo lo que se te entregaba en el altar. Ahora me imagino ese altar con dulces, galletas, tazas de café, naranjas, mandarinas, y los juguetes que se te ponía, porque nos cuenta mamá que no pudiste disfrutar los juegos de tú niñez porque nos fuiste arrebatado antes de tiempo.

Recuerda que si ahora no tienes alrededor de tu tumba todo esto, no es porque papá ni mamá lo quiera, ya sabrás lo que pasó hace poco tiempo bajo esos cielos donde nacimos. Pero estoy seguro que nuestro tío mayor se habrá acordado de ti.

A ti abuelo, como voy a olvidar cuando algunos domingos, en especial cuando también recordabas a los tuyos, íbamos a bañarnos en el “colen ja’”, con esa agua helada y después íbamos rumbo a Susuclumil a recordar los tuyos. Si algo no se me ha de olvidar nunca de ti, es el amor y el respeto que les dabas a la memoria de tus muertos, a pesar de que muy niño quedaste huérfano, siempre los recordabas y tú esfuerzo y ejemplo fue lo que sacó adelante a papá y tíos. Y si ahora no están reunidos por allá donde descansa tu recuerdo, no es que lo quieran ellos, estoy seguro que en alguna parte del corazón llevan tu recuerdo. Abuelo, no sabes cuánto nos dolió tu partida. Recuerdo que días antes me defendiste de mamá y papá por la fractura en el hombro izquierdo. Ahora imagino aquellos que irán a visitarte te recordarán al ritmo de Mi lindo cafetal, mis recuerdo me invaden con aquel sonido típico de la marimba, también sonará Allá en el rancho viejo, Mi viejo y todas esas canciones que te gustaban. Yo sé que no faltará la presencia del Ñü’k.

A ti abuelo Miguel, recuerdo no haber convivido contigo pero también vives en mi corazón, lo que recuerdo de ti, son las pocas veces que hablamos por teléfono. Sólo conocí el timbre de tú voz y las historias que mamá nos contaba de ti. También tú partida nos dolió, tal vez, por no haber convivido como hubiésemos querido. No era porque mamá lo quería, las circunstancias a sí nos ponía. Mamá siempre te recuerda como es costumbre de ella, yo sé que ahora les ha preparado diferentes tipos de comida para que ustedes lo disfruten. Me gustaría que en esta parte también fuera así, pero las ideas de ellos han cambiado mucho.

Ahora llevo dos años viviendo con abuela y tía, y aquel noviembre recuerdo que nadie de nosotros fue, pero en la mirada profunda de mi abuela se presentaba tu recuerdo. Todo este tiempo te he conocido a través de las historias que me cuentan de ti ti@s y abuela. Lo que si te puedo asegurar es que solo dos personas todavía sufren tu partida. Tú sabes quienes.

Hermano y abuelos, extraño a la familia reunida en estos días de recuerdo, pero también los que tengo aquí y ahora a mi lado también son parte de mi. Yo se que mamá, papá y herman@s me extrañan, también los tíos, pero me siento feliz conviviendo con mi otra familia por estos rumbos.

Ahora me despido de ustedes y recuerden que mañana 2 de noviembre es cumpleaños de mamá.

Vale. Salud y saludos. Los recuerdos duelen, como el amor cuando llega en el corazón. Pero con 7 Rosas de abril el sueño... suspiro... sigue.

Desde El Otro Ka’an Ku’un
B@l@m

0 comentarios: